sábado, 30 de abril de 2011

Puntapié I

"Él persigue el honor y yo, el amor. Él deja a sus amigos para proporcionarles una dignidad mayor y yo me dejo a mí mismo, a mis amigos y todo, por amor. Tú, tú me has cambiado. Por ti he descuidado los estudios, he perdido el tiempo, no me he ocupado de la correcta razón, he considerado que el mundo no valía nada. Has debilitado mi inteligencia con fantasías y has logrado que mi corazón enfermara pensando. "


Los dos Hidalgos de Verona, I,1.


Leyó esto y toda la planificación se desvaneció. Desde el segundo posterior, el pedido que debía entregar quedó olvidado. Asumió no ir a la reunión. Creció en él una apetencia monstruosa por la paz imbécil de su cama. Se le dilataron las pupilas, creo. Quizá solamente fue una percepción y aquello nunca ocurrió. Pero era cierto que no veía bien...ni lo físico ni su estado, menos el resto del texto que había caído al lado de sus pies, al lado de la silla.
Cómo este hombre podía sentir lo mismo que él. Cómo podía estar escrito en el texto antiquísimo, el exacto motivo de sus huracanes. De esa manera...la forma intacta, sencilla y letal en la que sentía aquel momento de familiarización con el párrafo lo movió, y pensó en la cama. La misma de su apetencia monstruosa. Estaba a sólo unos pasos de ella y se arrojó como una bolsa enorme de papas, amorfa. Quedó allí.
No voy a leer más -pensó. No voy a salir, no voy a recorrer todo el centro ni me voy a quedar esperando a que llegue, ni llame, ni quiera, ni nada de nada.- Y tantos No le iban creando un halo grisáceo en torno a la cabeza que crecía como un espiral de humo.
Permaneció así dos horas, saltando de negaciones a quejas, entre arrepentimientos y supuestos...cuando ya se encontraba demasiado hundido en todo aquello, sonrió. Y se sintió un estúpido.
Sentándose en la cama, apoyado en la pared, encendió un cigarrillo, y el humo que lo rodeaba se materializó así. Tras una pitada, lo sostuvo con la mano apoyada en el respaldo de la cama sin pensar en eso. Y siguió debatiéndose entre sus ruinas, en lo profundo que habían calado aquellas palabras...y lo que afloraba de él, que eran situaciones negadas hasta el momento. Mientras el cigarro se consumía, no volvió a besarlo y la ceniza cayó a la almohada, resignada toda cilíndrica, muerta.
Sigo considerando que el mundo no vale nada- le dijo susurrando a la pintura de la pared. Ella lo miraba triste, porque él la quiso así. Sigo pensando que todo vale nada y que como este momento, pasaré y caeré inevitablemente.
Después de eso, sintió el calor de la brasa pequeña llegando a sus dedos, recordó lo que estaba haciendo y saltó de la cama a buscar donde apagar el pucho. Se vio accidentalmente en el espejo y no le gustó su gesto, su boca, su desnudez pálida ignorada.
Como un autómata se dirigió al baño, abrió la ducha y se metió. Ya no lo vi más. No sé que habrá hecho, ni pensado por supuesto no me metí a verlo.
Pero Ella bajó de la pared, con su cotidiano andar despreocupado, con esos aires que tanto me molestan, aires de reina, de favorita, dispuesta a solucionar cuanto se le ocurra solucionable.
Despilfarrando gotitas de color, mínimas...que él luego limpiará. Tomó el libro, que estaba en el suelo cerca de la silla y la mesa...lo miró, lo ensució de rojo y verde...¡Yo sabía que eso iba a pasar! Siempre toca todo. Lo abrió con cara de madre desilusionada y lo puso sobre la hornalla después de tres intentos de encendido frustraos. Por supuesto el libro comenzó a quemarse, metamorfosis de su muerte. Más cenizas. Entre el cigarrillo de Marcelo y ésta...la casa va a aquedar toda sucia. Siempre lo digo. A mí no me escuchan. Yo no puedo bajar y disponer de nada...no estoy terminada.
Ella vuelve a la pared y mira hacia otro lado.
Quiero verle la cara cuando salga del baño. Sin el librito aquel no habrá más revelaciones...y no sé qué decidirá hacer conmigo.

jueves, 28 de abril de 2011

náufragos

antenoche enviudaron 3 relatos
antes,
habían extendido sus brazos mojados
en intentos desesperados
de sobrevivir
en las aguas
negras, plateadas... de algún recóndito lugar interno

sentía el chapotear de los brazos,
los cuerpos quedaron inmersos allí
la luz del cuarto estaba encendida
no les llegaba ese reflejo, no buscaban luz
irrelevante dato
para los náufragos
del papel

antenoche enviudaron 3 relatos
que me tragué
con los ojos cerrados
volviéndolos parte molecular
enviándolos deliveradamente
a cultivo
para otro día

esta es su revancha
aprendieron a nadar los tres
la coreografía circular les dio
algo parecido a la esperanza
y su forma graciosa
me ha despertado
hoy los recordé.

viernes, 8 de abril de 2011

Otra de Escandar, otro golazo

Escandar Algeet es un español mas o menos de mi edad que escribe de puta madre, a quien admiro visceralmente y con quien me muero por compartir por lo menos un par de charlas, por qué? lean uno de sus escritos...entren a su pagina "Entre putos suspensivos" escandar-algeet.blogspot.com y allí está la respuesta. 


Esto es lo último que publicó, no puedo hacer menos que compartirlo. A la juventud :


lo que falta

(una antigua poesía para un libro a 3 bandas junto a gsus bonilla y carlos salem, que nunca llegó a hacerse, y que hoy subo aquí al haberla encontrado entre el montón de escritos pasados que guardo en el mis documentos del ordenador)

Ahora que todavía no peso un cuarto de siglo

y que gasto camisetas de antes de graduarme
y ahora que entre otras cosas distingo las leyendas urbanas de los cuentos callejeros
puede que sea un buen momento para hacer balance de deudas.
No tanto por lo que deba a nadie, sino más bien por un ajuste de cuentas contra mí mismo.
Echo un vistazo por encima de mis fraudes
y pienso en algunos granos que dejé tirados por cunetas donde pensé
que no podría crecer vida, y ahora que hago estadística de daños
veo que el pasado pesa
y el futuro pasa
y nada se queda parado más allá de un pitillo, la magia por un instante,
ciertas miradas ante ciertas piernas,
el agrio sabor de las pupilas cuando se empañan una mañana de otoño.
Supongo que habría que distinguir entre las cosas que todavía no tengo
y las que no tendré jamás,
diferenciar que a veces lo que falta es ausencia de
y otras no llegar hasta.
Para empezar, lo que falta es lo que no está, el espacio vacío
que los recuerdos no llenan, que la nostalgia acentúa,
echarte cuentas pasadas en lugares donde dejaste trocitos de alma por construir,
historias que no llegaron a ninguna parte,
que no pasaron de la primera estación,
anillos que miraste desde el otro lado del escaparate justo antes de salir corriendo,
-Dilo: de huir…
…a donde no pudieran cazarme, y ahora que presumo de ser animal salvaje
hay veces que me faltan las caricias de mi madre al irme a la cama,
esa mirada que ponía sostuvo mi mundo durante tantos años
que aun sigo buscándola cuando me cago de miedo.
En verdad me he hecho áspero, intuyo,
porque lloro poco y sin ganas, así que supongo que me falta
la ilusión de enamorarme a los 14 años
y soñar con quedarme encerrado en el cole con la chica de los pupitres de atrás,
o disfrutar de un viernes por la tarde como se merece: sentado en un portal
mirando de reojo a las chicas
y de frente a los amigos.
Me faltan kilómetros de horas en la plazita donde Sergio
cambiaba de novia cada semana,
el camino del cole a casa volviendo con Irene y Marta
y aquel cruce de la calle Mayor con san Bernardo
donde nos encontrábamos con los de maristas,
donde tantas noches me despedí de Dano,
donde vi vomitar a Frontela mientras decía: estoy bien, solo un poco borracho,
y se reía el capullo antes de volver a vomitar.
¿Dónde están?
¿Por qué escribo lo que falta en forma de pasado?
Escandar, anda, ¿a quién pretendes engañar?
Lo cierto es que me cargué un futuro a la espalda
y me fui caminando de aquella Palencia a Ponferrada primero,
y después a un Madrid que me tiene enganchado.
De todos esos trastos que traía me quedan los libros no más, algunas poesías,
mucho cine
y ciertas heridas que me reabro yo solo para que no cicatricen.
El resto no pesa porque lo fui dejando,
y a veces sí es verdad que me faltan peldaños de los que tirar
cuando me vengo abajo,
me faltan escombros de una vida/ruina que mantengo lo más honestamente limpia que puedo,
me falta el gusano en el estómago por cada beso que doy
y supongo que es duro recordar
“que dejé de creer en el amor cuando descubrí que todos los besos
tenían el sabor de mi propia saliva”,
claro que es duro verme aguantando sin apenas soñar,
sin apenas querer,
y aun así, estoy seguro, me faltan muchas piernas por liar,
me faltan bolsillos para tanta arena, para tanta playa, para tantos labios.
He buscado las mañanas de entre la luz de la habitación
y pulsando la tecla de intro he olvidado los estribillos para centrarme en las estrofas.
Honestidad.
Si la fui perdiendo de vista en los últimos años
es porque se me escurrió de los dedos según crecía.
Fui sincero, soñador y borracho, y ahora mantengo el tipo como puedo
gracias a esto último no más.
Así que me falta un posado desnudo con los brazos abiertos
y un muro de fondo contra el que golpearme.
Me falta querer marcar los goles decisivos en los partidos importantes,
y me faltan viajes al corazón del planeta, donde la tierra misma hace bum bum
igual que los ojos de las personas que cambian el mundo.
Si doy un pasito más, si empiezo a vomitar desgarros de los sabores
que no he podido probar o que ya no probaré,
debería empezar tal vez por decir
que nunca fui la primera vez de nadie,
que es muy posible que tampoco sea el último
y por supuesto, no creo que sea el mejor.
Así queda mi posición: en un papel intermedio
y luchando contra lo secundario del personaje:
en el vértice a medias de los besos que he dado
y en el extremo opuesto de los que no doy,
a estas alturas no me importa confesarte
que me faltan unas cuantas fantasías por cumplir:
un bis a bis lleno de sogas, flujos y direcciones prohibidas
me falta respirar en el oído de la incertidumbre y lamerle el miedo a las dudas,
hacer aquel road trip a través de la lengua
y me falta echar cuentas de todo esto con tus pupilas.
¿Qué puede faltarme aparte de un par de tríos, de un trío de ases,
de una baraja de infartos?
De tantas vidas que no viví ahora entiendo el tono de simulacro
con el que pulso estas teclas, al fin y al cabo
he soñado tantos disparates que a la hora del disparo
me entró miedo de no estar a la altura.
Por eso cuando en mi cabeza viajo a todos esos lugares que no he podido pisar
y digo las frases que en voz alta me callo
y vuelvo a ser ese intento de algo que pide protección para testigos.
Cuando imagino el podría ser de mi vida
miro sin querer mi mochila de viaje, mis libros y las llaves del piso
donde vuelvo a dormir cada noche
y recuerdo a Rocío escribiendo: “por qué no haces lo que no haces si en verdad es lo que quieres hacer”,
y me sale un “no sé” tan personal y cobarde
que empiezo de nuevo a correr cuando no encuentro respuestas.
Me falta esa novela que siempre envidio,
esas promesas que me hice en las noches de 15 años y tardes de estudio,
un montón de carretera con el dedo levantado hacia el horizonte,
me falta saber navegar sobre el mar y las resacas, un te quiero tan honesto
que olvide el “perder” de detrás.
No da igual, pero al menos no he traicionado el pacto
de no traicionarme a mí mismo
aunque sí es verdad que me falta silencio acostumbrado como estoy al ruido,
a la exclamación gratuita, al hecho de saberme caduco y fugaz,
inestable, falto de tiempo para casi todo.
Puede que sea eso.
Puede que lo único que me falte sea tiempo.
Entre todos estos ladrillos no he olvidado los palacios que quería construir,
pero me falta mi abuelo,
Malik y Mariana,
toda la inalcanzable familia de mi padre y mi padre, a veces, también.
Me faltan tardes enteras de cartas escritas a mi hermana Nur
y asumo el hecho de ser consciente de que lo que falta,
lo que me falta,
es el impulso de fuerza en mis dedos
para dejarse llevar hasta sentir el calor del fuego quemando mis deudas.
Así, me podrán juzgar por cenizas
y yo podré envejecer alejado del miedo al insomnio, alejado
de una lista de faltas y ausencias justificadas por un “no pudo ser”
tan cobarde como silencioso.
Estoy aquí, de pie, en el borde de las letras
y mirando hasta dónde me llega el abismo
para poder emborracharme tranquilo si alguna vez llego a viejo.
Dispuesto a todo, y sobre todo dispuesto a no parar.
Si al pasar me ves agazapado en la trinchera
o con los puños afuera me ves desfallecer dando ese salto adelante,
ese paso más,
ten en cuenta que traté de luchar contra el tiempo
de la única forma que sabía:
con la risa
de un niño pequeño
como telón de fondo.

 -Escandar Algeet - MAdrid - Abril 2011.

viernes, 1 de abril de 2011

1 de abril 2011

Hoy canto al tiempo y al mes, a lo cotidiano y a lo eterno...a mi mirar pa fuera y pa dentro, hoy te canto abril :

Polenta con queso,
fotos de un suceso,
airesito fresco...
me dejo llevar.
Por el abrazo de abril,
por mil flores mil,
que quiero regar...
que decidí invitar.
A mi lugar,
mi recinto,
la cueva...
de los días de espera.
De fiesta,
de lento madurar,
de florecer...
en las macetas y en mi.
Del tiempo,
del silencio,
de la música...
de las mil canciones de abril.
De renaceres,
de poemas,
de quehaceres...
atribuibles a viejas decisiones.
Pestañas largas,
pa no verte mejor,
ideas de un futuro...
mejor y peor.
Me nadan dentro, ideas.
Abril...
quien te haya creado,
hoy no lo sabey me hizo sonreír.
Te llevo colgado al cuello,
como el mejor adorno,
de tiempo...
de risa...
de indicio afortunado.
De vida.
Con ganas de
tomar mate y de leer,
de aprenderme lo pendiente...
y ver que pasa.

Polenta con queso,
fotos de un suceso,
airesito fresco...
hoy me abraza
tu regreso!
Con lluvia...
Abril.