Es grave. Pero no terminante.
Le lleva ventajas a la diabetes del cuerpo (en cualquiera de sus formas, tipo 1, 2...)
El alma tiene a su alrededor la magia, la verdad, la naturaleza...energía y vida...mundo y amor.
Pero se enfermó de esta imposibilidad de tomar y tocar y ser...en lo que la rodea.
Cayó así en triste padecer...DBT! dicen los "expertos".
Sacaron sus fluidos, controlaron paso a paso su evolución...(evolución?)
Plof!
Se hacen polvo los manuales y las bibliotecas ante las patologías invisibles.
Las encierran en loqueros, en cuadraditos chiquititos rotulados y clasificados de nada.
Y tiene cura.
¿Porque tengo la osadía de hablar de algo que en libros no existe? sería su interrogante ¿no?
Muy sencillo.
He tenido trastorno metabólico de ánima. Si.
La dulzura de la no glucosa bordeandome, rozandome...desplegando ante mí su maravilla inalcanzable.
Sin insulina posible, cirugía ni equivalente rescatador.
Tanto tanto se revuelve uno en sus sesos que al fin no ve:
las jaulas del espíritu tienen siempre las puertas abiertas.
No son membranas, no hay intermediarios.
Y en un momento, uno está parado en frente de la escapatoria, así sin más.
No es casualidad, suerte ni misterio.
Nada parecido.
Es aceptarse y querer salir.
Obrando de buena leche para que la cosa funcione.
Salís, y te tomás un helado, o cocinás el mejor zapallo relleno de tu vida. Saboreando la plenitud de la libertad. De la libertad conseguida frente a frente uno mismo.
Que es la única que vale.
Para cuando sientas que tu alma padece algo parecido, no tengo recetas.
Pero de que pasa...pasa.