Los brazos extendidos boca arriba
delante mío
de las pinceladas rosas, blancas y naranjas
los recuerdos
las cicatrices nacaradas y los gatos
de los dedos, los vestigios
nacen ramitas desde las primeras falanges
y estiran al mar del frente
sus arabescas propuestas de flor
y hojas
del jardín de gente que crece dentro
Serenata para la tierra de uno
siente el cuerpo
piensa el cuerpo
que no hay moros en la costa, que hay pateras
allá
y que en esta arena pedregosa en la que
me planto
vibra tanto tu pecho y tu encanto
que a piel y canto
endulza
el espanto
de nadar con las algas y trenzarnos
de verde y agua.
Me había bordado en la razón
que la eternidad era la mar mezclada con el sol
había pescado
un montón de supernovas,
una suerte de colección
Y de caminar saltando las huellas
y de dormitar en el péndulo de dios
me quedaron listas las alas
me abrazaron los hijos
y me contó el viento
girado
que venías, que venía, que vamos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario