Destiempo.
Se le fue la mano a la noche,
sin cargos camina más ligera.
Piensa que no es una presa.
No lo será nunca.
Se pregunta,
si él estará buscando presas.
Presas no intuitivas.
Ella no.
No beberá su néctar de segunda mano.
Como hacen todas las mujercitas, que desconoce.
Y seguro existen, sino no tendría sentido su escándalo.
¡No intuyen! por eso caen,
se convence.
Sabe que el tiempo vuela,
y aún así se aleja de aquella seductora salida.
Esperar ser la definitiva.
Ella no dará todo...bastante fue.
Sólo por hoy.
Mastica el tiempo.
Destiempo.
Repasa.
Su accionar, su gélida figura,
aquel gestito de la mano y el maquillaje también.
Todo estuvo en orden,
recuerda.
Predominó el sepia...
Le molestaron todas sus palabras,
la forma en que arqueaba la ceja,
como tiró el pincel,
como se manchó el suelo...y el agua.
Bosquejo, boceto.
no quiere eso.
Su camina.
Sus piernas la llevan,
el alma denuda quedó lejos.
Ni lo registra.
Llegará el artista que la descubra
obra maestra.
¿Por qué es ella quién se acerca?
Mejor retirarse de atriles viejos.
De sepia de ayer.
No se puede mezclar allí.
Su luz.
No me va a endulzar con cuentos,
dice.
Sigue caminando en la oscuridad
del regreso conocido.
Presa, presa, presa estás Su.
Estabas.
Sonríe.
Crea flores en el pensamiento,
antesala a mil desiertos,
para no sentir.
Flores que de ser reales serían de papel,
mojado, de servilleta usada.
Que de ser palpables estarían ya marchitas.
Sopla mariposas perfectas,
que nunca le ganan al viento.
Su no se quiebra ni un momento.
Y entre barrotes tiene la belleza,
hueca.
Le es ajena desde que él la vio.
Tiene monedas sin fuente,
donde ser arrojadas.
Mira su vida, sin protagonizarla.
Traga arena,
confunde la esperanza.
Todo.
Su reloj, nunca existió.
Arena voladora que se cuela por la boca al caminar.
Que la está matando.
Pero más le duelen en los tobillos los zapatos,
fantásticos,
la boca puede esperar.
Tiene que desaparecer.
Olvida lo que ama,
nunca lo olvidó.
Volverá en otro momento, quizás.
Ojalá que no.
Hoy no fue fortuita la visita.
Su se retira de la escena,
de su última oportunidad.
Según ella.
Madruga Su, madrugará sin él
las infusiones,
los escritos,
las canciones.
La mirada admiradora.
Treinta noches de fracasos.
Ya lo sabe.
Es demasiado.
Su madrugar.
Y él con sus treinta noches de pintarla toda,
espera tranquilo.
La próxima vez, el mismo espectáculo.
Su llegada, su entrega, su duda.
Su partida.
Su.
Maravillosa.
Musa que se reveló al amor ferviente,
a las reiteraciones urgentes. Nocturnas.
Al deleite del pintor que no se decide.
Una vez más.
oye, muchas gracias a ti, de verdá.
ResponderEliminarcuando quieras (y podamos, claro) nos tomamos esas birras.
pues te espero en tucuman, argentina en el momento q qieras ! un abrazo y te seguiré de cerca
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