domingo, 7 de agosto de 2011

Línea circunstancial.

Este es el momento en que nací,
ocaso.
Irremediable, acaso.
Promesas patas p´arriba.
Contrapeso...
a la danzante aparición del Sol,
en otra cara.
Me tocó la plateada, de pechito
y desprevenida.
No aprenderé ya otra luz.
Ellos, esfera dual.
Quise hermanarme con la noche allí,
estaba tan claro todo...
y tardó un par de lustros
con paciencia admirable,
en enseñarme que ella no nace a estas horas.
Que es,
siempre
y sola
presencia que opaca el astro obeso.
Velo que se esfuma y descubre,
retirado por manitos doradas caprichosas
en la tarde.
La noche no nace.
Con mi peso pegado al piso, miro...
oscurecer.
La sonrisa cómplice que no alcanzo a retener,
me deja otra vez desnuda,
como hace veintidós.
Y se me congela el pensamiento.
He tenido que alejarme del nido,
y hasta la explanada espinal llegar,
fiera.
A explotar abriendo los brazos.
Un gajo,
que se haga estrella...
es más fuerte que yo.