sábado, 26 de noviembre de 2011

Roberto

Roberto está triste hoy.
Y tendrían que ver su cara para sentir con él un poco,
desborda una pena líquida tan inmensa que para todos alcanzará.
Pondría a Roberto en un escenario,
haría carteles que inviten a contemplarlo,
consideraría otros medios...
vengan a buscar una porción de tristeza con la mirada.
No estará mejor.
Ni funcionará el evento.
Parece que la gente no quiere más tristeza y les gustaría ver a Roberto danzante y sonriente.
Pero Leila se ha ido.
Con su valija vacía, como llegó.
Con su número mágico que no cree en nada más que la música.
Con la suave brisa que generan las presiones del norte,
los puntos climáticos de los lugares en donde nacen mujeres como ella.
Se habrá ofuscado,
le habrá caído mal la sopa de sapo.
Roberto por primera vez siente el desamor.
Y su naricita roja brilla salada.
Los otros gritan y se pelean por una pierna que no cortarán.
Por los desastres que la pirotecnia produjo en el lugar.
Por devorarse nuevamente, por buscar un motivo de frenesí en el círculo diario.
Quedó libre el número de las cuatro.
Quedó Roberto solo en su letargo.
Y vuelve al malabar.

Para las puertas secretas

 

Escondida en algún bosque
Una puerta encontrarás
Su poder es el camino
Que nos puede transformar

Oh oh... oh oh... debo buscar hasta encontrarla
Oh oh... oh oh... ella será la salvación

Poderosas religiones
Manipulan nuestra fe
Los infames que gobiernan
Pisarán la humanidad

Oh oh... oh oh... debes buscar hasta encontrarla
Oh oh... oh oh... deben luchar hijos del sol

Oh oh! Correrás entre la niebla
Y quizá te perderás...
Pero sabes que tu fuego
Vencerá la oscuridad!

Oh oh... oh oh... debes buscar hasta encontrarla
Oh oh... oh oh... deben luchar hijos del sol!