jueves, 23 de febrero de 2012

Oíd me.

Girando en mis circunvoluciones,
perdida,
como cuando no encontrás tus hojas.
Llamarme desde el pasado,
con el color enceguecedor de feroces atardeceres.
Escucharte el latido,
en las cienes sientos de veces...
como pasos y peces míos.
Las ideas, en los ojos.
Lo mismo que nunca, tan nuevo.
Me paso el día entero.
Me pintan las ganas tus palabras...
tus gotas de sonido que despilfarras,
porque no sabes
que te escucho.
Te escucho profunda y atenta,
te sostengo en el aire tan ciega,
como mi antimandato preferido,
como el veredicto del final de los finales,
como un sueño divino,
un chiste favorito,
un arrullo,
un trino,
un amor sin vestidos.