viernes, 8 de abril de 2011

Otra de Escandar, otro golazo

Escandar Algeet es un español mas o menos de mi edad que escribe de puta madre, a quien admiro visceralmente y con quien me muero por compartir por lo menos un par de charlas, por qué? lean uno de sus escritos...entren a su pagina "Entre putos suspensivos" escandar-algeet.blogspot.com y allí está la respuesta. 


Esto es lo último que publicó, no puedo hacer menos que compartirlo. A la juventud :


lo que falta

(una antigua poesía para un libro a 3 bandas junto a gsus bonilla y carlos salem, que nunca llegó a hacerse, y que hoy subo aquí al haberla encontrado entre el montón de escritos pasados que guardo en el mis documentos del ordenador)

Ahora que todavía no peso un cuarto de siglo

y que gasto camisetas de antes de graduarme
y ahora que entre otras cosas distingo las leyendas urbanas de los cuentos callejeros
puede que sea un buen momento para hacer balance de deudas.
No tanto por lo que deba a nadie, sino más bien por un ajuste de cuentas contra mí mismo.
Echo un vistazo por encima de mis fraudes
y pienso en algunos granos que dejé tirados por cunetas donde pensé
que no podría crecer vida, y ahora que hago estadística de daños
veo que el pasado pesa
y el futuro pasa
y nada se queda parado más allá de un pitillo, la magia por un instante,
ciertas miradas ante ciertas piernas,
el agrio sabor de las pupilas cuando se empañan una mañana de otoño.
Supongo que habría que distinguir entre las cosas que todavía no tengo
y las que no tendré jamás,
diferenciar que a veces lo que falta es ausencia de
y otras no llegar hasta.
Para empezar, lo que falta es lo que no está, el espacio vacío
que los recuerdos no llenan, que la nostalgia acentúa,
echarte cuentas pasadas en lugares donde dejaste trocitos de alma por construir,
historias que no llegaron a ninguna parte,
que no pasaron de la primera estación,
anillos que miraste desde el otro lado del escaparate justo antes de salir corriendo,
-Dilo: de huir…
…a donde no pudieran cazarme, y ahora que presumo de ser animal salvaje
hay veces que me faltan las caricias de mi madre al irme a la cama,
esa mirada que ponía sostuvo mi mundo durante tantos años
que aun sigo buscándola cuando me cago de miedo.
En verdad me he hecho áspero, intuyo,
porque lloro poco y sin ganas, así que supongo que me falta
la ilusión de enamorarme a los 14 años
y soñar con quedarme encerrado en el cole con la chica de los pupitres de atrás,
o disfrutar de un viernes por la tarde como se merece: sentado en un portal
mirando de reojo a las chicas
y de frente a los amigos.
Me faltan kilómetros de horas en la plazita donde Sergio
cambiaba de novia cada semana,
el camino del cole a casa volviendo con Irene y Marta
y aquel cruce de la calle Mayor con san Bernardo
donde nos encontrábamos con los de maristas,
donde tantas noches me despedí de Dano,
donde vi vomitar a Frontela mientras decía: estoy bien, solo un poco borracho,
y se reía el capullo antes de volver a vomitar.
¿Dónde están?
¿Por qué escribo lo que falta en forma de pasado?
Escandar, anda, ¿a quién pretendes engañar?
Lo cierto es que me cargué un futuro a la espalda
y me fui caminando de aquella Palencia a Ponferrada primero,
y después a un Madrid que me tiene enganchado.
De todos esos trastos que traía me quedan los libros no más, algunas poesías,
mucho cine
y ciertas heridas que me reabro yo solo para que no cicatricen.
El resto no pesa porque lo fui dejando,
y a veces sí es verdad que me faltan peldaños de los que tirar
cuando me vengo abajo,
me faltan escombros de una vida/ruina que mantengo lo más honestamente limpia que puedo,
me falta el gusano en el estómago por cada beso que doy
y supongo que es duro recordar
“que dejé de creer en el amor cuando descubrí que todos los besos
tenían el sabor de mi propia saliva”,
claro que es duro verme aguantando sin apenas soñar,
sin apenas querer,
y aun así, estoy seguro, me faltan muchas piernas por liar,
me faltan bolsillos para tanta arena, para tanta playa, para tantos labios.
He buscado las mañanas de entre la luz de la habitación
y pulsando la tecla de intro he olvidado los estribillos para centrarme en las estrofas.
Honestidad.
Si la fui perdiendo de vista en los últimos años
es porque se me escurrió de los dedos según crecía.
Fui sincero, soñador y borracho, y ahora mantengo el tipo como puedo
gracias a esto último no más.
Así que me falta un posado desnudo con los brazos abiertos
y un muro de fondo contra el que golpearme.
Me falta querer marcar los goles decisivos en los partidos importantes,
y me faltan viajes al corazón del planeta, donde la tierra misma hace bum bum
igual que los ojos de las personas que cambian el mundo.
Si doy un pasito más, si empiezo a vomitar desgarros de los sabores
que no he podido probar o que ya no probaré,
debería empezar tal vez por decir
que nunca fui la primera vez de nadie,
que es muy posible que tampoco sea el último
y por supuesto, no creo que sea el mejor.
Así queda mi posición: en un papel intermedio
y luchando contra lo secundario del personaje:
en el vértice a medias de los besos que he dado
y en el extremo opuesto de los que no doy,
a estas alturas no me importa confesarte
que me faltan unas cuantas fantasías por cumplir:
un bis a bis lleno de sogas, flujos y direcciones prohibidas
me falta respirar en el oído de la incertidumbre y lamerle el miedo a las dudas,
hacer aquel road trip a través de la lengua
y me falta echar cuentas de todo esto con tus pupilas.
¿Qué puede faltarme aparte de un par de tríos, de un trío de ases,
de una baraja de infartos?
De tantas vidas que no viví ahora entiendo el tono de simulacro
con el que pulso estas teclas, al fin y al cabo
he soñado tantos disparates que a la hora del disparo
me entró miedo de no estar a la altura.
Por eso cuando en mi cabeza viajo a todos esos lugares que no he podido pisar
y digo las frases que en voz alta me callo
y vuelvo a ser ese intento de algo que pide protección para testigos.
Cuando imagino el podría ser de mi vida
miro sin querer mi mochila de viaje, mis libros y las llaves del piso
donde vuelvo a dormir cada noche
y recuerdo a Rocío escribiendo: “por qué no haces lo que no haces si en verdad es lo que quieres hacer”,
y me sale un “no sé” tan personal y cobarde
que empiezo de nuevo a correr cuando no encuentro respuestas.
Me falta esa novela que siempre envidio,
esas promesas que me hice en las noches de 15 años y tardes de estudio,
un montón de carretera con el dedo levantado hacia el horizonte,
me falta saber navegar sobre el mar y las resacas, un te quiero tan honesto
que olvide el “perder” de detrás.
No da igual, pero al menos no he traicionado el pacto
de no traicionarme a mí mismo
aunque sí es verdad que me falta silencio acostumbrado como estoy al ruido,
a la exclamación gratuita, al hecho de saberme caduco y fugaz,
inestable, falto de tiempo para casi todo.
Puede que sea eso.
Puede que lo único que me falte sea tiempo.
Entre todos estos ladrillos no he olvidado los palacios que quería construir,
pero me falta mi abuelo,
Malik y Mariana,
toda la inalcanzable familia de mi padre y mi padre, a veces, también.
Me faltan tardes enteras de cartas escritas a mi hermana Nur
y asumo el hecho de ser consciente de que lo que falta,
lo que me falta,
es el impulso de fuerza en mis dedos
para dejarse llevar hasta sentir el calor del fuego quemando mis deudas.
Así, me podrán juzgar por cenizas
y yo podré envejecer alejado del miedo al insomnio, alejado
de una lista de faltas y ausencias justificadas por un “no pudo ser”
tan cobarde como silencioso.
Estoy aquí, de pie, en el borde de las letras
y mirando hasta dónde me llega el abismo
para poder emborracharme tranquilo si alguna vez llego a viejo.
Dispuesto a todo, y sobre todo dispuesto a no parar.
Si al pasar me ves agazapado en la trinchera
o con los puños afuera me ves desfallecer dando ese salto adelante,
ese paso más,
ten en cuenta que traté de luchar contra el tiempo
de la única forma que sabía:
con la risa
de un niño pequeño
como telón de fondo.

 -Escandar Algeet - MAdrid - Abril 2011.

viernes, 1 de abril de 2011

1 de abril 2011

Hoy canto al tiempo y al mes, a lo cotidiano y a lo eterno...a mi mirar pa fuera y pa dentro, hoy te canto abril :

Polenta con queso,
fotos de un suceso,
airesito fresco...
me dejo llevar.
Por el abrazo de abril,
por mil flores mil,
que quiero regar...
que decidí invitar.
A mi lugar,
mi recinto,
la cueva...
de los días de espera.
De fiesta,
de lento madurar,
de florecer...
en las macetas y en mi.
Del tiempo,
del silencio,
de la música...
de las mil canciones de abril.
De renaceres,
de poemas,
de quehaceres...
atribuibles a viejas decisiones.
Pestañas largas,
pa no verte mejor,
ideas de un futuro...
mejor y peor.
Me nadan dentro, ideas.
Abril...
quien te haya creado,
hoy no lo sabey me hizo sonreír.
Te llevo colgado al cuello,
como el mejor adorno,
de tiempo...
de risa...
de indicio afortunado.
De vida.
Con ganas de
tomar mate y de leer,
de aprenderme lo pendiente...
y ver que pasa.

Polenta con queso,
fotos de un suceso,
airesito fresco...
hoy me abraza
tu regreso!
Con lluvia...
Abril.

jueves, 31 de marzo de 2011

Su madrugar

Destiempo.
Se le fue la mano a la noche,
sin cargos camina más ligera.
Piensa que no es una presa.
No lo será nunca.
Se pregunta,
si él estará buscando presas.
Presas no intuitivas.

Ella no.
No beberá su néctar de segunda mano.
Como hacen todas las mujercitas, que desconoce.
Y seguro existen, sino no tendría sentido su escándalo.
¡No intuyen! por eso caen,
se convence.

Sabe que el tiempo vuela,
y aún así se aleja de  aquella seductora salida.
Esperar ser la definitiva.
Ella no dará todo...bastante fue.
Sólo por hoy.
Mastica el tiempo.
Destiempo.

Repasa.
Su accionar, su gélida figura,
aquel gestito de la mano y el maquillaje también.
Todo estuvo en orden,
recuerda.
Predominó el sepia...
Le molestaron todas sus palabras,
la forma en que arqueaba la ceja,
como tiró el pincel,
como se manchó el suelo...y el agua.
Bosquejo, boceto.
no quiere eso.

Su camina.
Sus piernas la llevan,
el alma denuda quedó lejos.
Ni lo registra.

Llegará el artista que la descubra
obra maestra.
¿Por qué es ella quién se acerca?
Mejor retirarse de atriles viejos.
De sepia de ayer.
No se puede mezclar allí.
 Su luz.


 No me va a endulzar con cuentos,
dice.
Sigue caminando en la oscuridad
del regreso conocido.
Presa, presa, presa estás Su.
Estabas.
Sonríe.

Crea flores en el pensamiento,
antesala a mil desiertos,
para no sentir.
Flores que de ser reales serían de papel,
mojado, de servilleta usada.
Que de ser palpables estarían ya marchitas.
Sopla mariposas perfectas,
 que nunca le ganan al viento.
Su no se quiebra ni un momento.

 Y entre barrotes tiene la belleza,
hueca.
Le es ajena desde que él la vio.
Tiene monedas sin fuente,
donde ser arrojadas.
Mira su vida, sin protagonizarla.

Traga arena,
 confunde la esperanza.
Todo.
Su reloj,  nunca existió.
Arena voladora que se cuela por la boca al caminar.
Que la está matando.
Pero más le duelen en los tobillos los zapatos,
fantásticos,
la boca puede esperar.

Tiene que desaparecer.
Olvida lo que ama,
nunca lo olvidó.
Volverá en otro momento, quizás.
Ojalá que no.
Hoy no fue fortuita la visita.
Su se retira de la escena,
de su última oportunidad.
Según ella.

Madruga Su, madrugará sin él
las infusiones,
los escritos,
las canciones.
La mirada admiradora.

Treinta noches de fracasos.
Ya lo sabe.
Es demasiado.

Su madrugar.

Y él con sus treinta noches de pintarla toda,
espera tranquilo.
La próxima vez, el mismo espectáculo.
Su llegada, su entrega, su duda.
Su partida.
Su.
Maravillosa.
 Musa que se reveló al amor ferviente,
a las reiteraciones urgentes. Nocturnas.
Al deleite del pintor que no se decide.
Una vez más.

Panacea

Parece prescindir de todo.
Aflora desde el centro del espíritu,
con un gesto milenario
y soberbio.
Se cree mágica.
Curativa.
Fabricó un rumor en torno a si misma.

Cómplice.

Sumerge en misterio, muchas almas.

¿Qué buscas?
¿Por qué estás?
¿Cúal es tu intriga, tu razón, tu fe?
Tendrá fe en la inmortalidad.
La suya.
Si no tiene par.
Permanece.

Calla,

¡ese mutismo que arde en los oídos!

No quise llamarte. 
Ánimo, volcán fuliginoso.
Flor blanca, flor negra,
nieve, invierno, reposo,
fiesta de cadáveres.
Sin destino,
lo es, eterna.
Y me confunde, nos sigue.

Caminos, adornos,
esquinas, cuartos azules...
Invasión, encuentro.
Mezcla.
Millones de condimentos...
Nunca equitativa,
pero armoniosa.
Segura, cruda, vanidosa...

Lo logra... consuelo.
Lo logra... desvelo.
Llanto, satisfacción.

No esperas que te nombren, sigues tu ola.
En aquella pintura, en los ojos de tarde...
No hay un sólo vivo,
que no te conozca.
Sencilla.
Orgullosa, con estas letras...
a tu estoica realidad,
y tanto alarde.


Ilusión de todas las presencias.

Panacea. Soledad.

miércoles, 30 de marzo de 2011

Sobre aquel desencuentro

Esas caras, esos seres que otrora me miraron de muy cerquita. Que se metieron en mi encordado interno donde vibramos al unísono. Que fueron yo.
Otrora, que palabra horrible...no la voy a repetir más.
Esas figuras, familiarmente reconocidas, ahora me miran de reojo. Con extrañeza. Son...como plásticas, caretas. ¡Son caretas!
Hay un círculo de caretas gigantes, de colores brillantes casi casi como en la escena de esa película que no puedo recordar. Son enormes, resaltan en el fondo negro del lugar.
Estoy viendo todo aquello y me apena esta forma impersonal de realidad, este despliegue que bien podríamos usar para un espectáculo infantil y no como excusa, en esta cháchara de fines tan evidentes como pestilentes. ..
Me apena no encontrar sus ojos, ahora hay huecos oscuros allí.
Entonces cierro los míos, me niego a un festival de Venecia que ni viene al caso.
Me quedo dentro. Ya pasan, ya se va el carnaval...la noche se queda, faltan aún muchas horas.
Y soy amiga de la noche, eso ahora me parece afortunado.

Tucumán-2009.

Sobre el corazón

 El corazón tiene sus cosas. Entre una persona y su corazón existe un lenguaje específico, único. Si no se ejercita se pierde. La persona se pierde, el corazón hará la suya. La persona creerá que lo lleva, que ES el corazón, pero no. Él mantiene su autonomía.
"No soy yo, es el corazón." Se refugiará, sin conocer que es al revés.
Con su carga y su ritmo, hay toda una alquimia en el contacto de ambos, persona-corazón.
Ese camino que dicen que el corazón señala, muchas veces es casi imposible. Destructivo, extraño. Y él, intachablemente lo sigue señalando, lo seguirá queriendo, sabio. Y lo sabemos.
Porque se mueve en otros estratos...esa incomprensible pureza que ni roza la cultura, la moda, la educación...ni qué hablar del tiempo y las cuadraturas.
Los corazones ven con absoluta claridad todo lo que a nosotros se nos nubla. Hay que ponerse de su lado, hacer treguas. Conversar. Explicarles que uno sufre en carne sus desvaríos, su causa. Pedirles paciencia.
Y creo yo que lamentablemente en algunos casos, sublime en muchos otros...siempre hay que respetarlos, secretamente...seguirlos. Son mucho más inteligentes que nosotros.

El corazón tendrá esa cosa, que por ponerle una palabra le diré tortuosa. O conmovedora, o misteriosa o simple : Infalible.

                                                                                                                Tucumán-2009.

lunes, 28 de marzo de 2011

Un relato, un dibujo, un niño muy especial

Me fui por los laberintos de la imaginación de Ignacio, y junto a él descubrí un bosque, un castillo, una doncella loba... sed de expresión, toneladas de magia, fuegos de colores, cazadores y misterio. Después de leer un cuento, creó un nuevo final, ahora convertido en premio. Con sus 12 años, sonríe a través de las palabras : 


La doncella de la cacería.

        Ya hacía calor, se notaba en el aire, la primavera se acercaba. Habían pasado tres años desde que la ropa desapareciera, ya muchos cazadores la intentaron matar, pero ella resistió. Era extraño, la maldición que la hacía loba la fue deformando. Lo que realmente la afeaba era esa postura encorvada que adoptaba. Sofía Richensber, doncella loba o monstruo, se sentía fea y desgraciada cuando se veía reflejada en los lagos. La tristeza le hacía llorar durante días y noches, pero este día no iba a ser igual.

        Ella se encontraba en el monte más alto de todo Dacoga. Era un monstruo en una montaña y al borde de un precipicio. Su mente la empuja a saltar, pero su corazón le decía lo contrario y en esos momentos de inseguridad pensó en toda su vida. Nada le impidió tomar la última decisión: la muerte. Ella, como un pájaro, se tiró desde la punta más alta del monte y cayó, cayó y cayó. Su cara notaba el aire, le daba igual, no le importaba, no quería sufrir ni disfrutar, ella quería desaparecer y así fue. Inevitablemente su cuerpo impactó con el suelo produciendo un ruido estremecedor y terrorífico.

        Después de unos diez días un campesino encontró el cuerpo. Por miedo, no quiso acercarse, pero su sombrero, arrastrado por el viento, se posó en el cadáver. Inesperadamente el cuerpo inerte empezó a brillar y un destello cegó al campesino y lo dejó tumbado en el suelo, desmallado. Desde la luz salió una mujer desnuda, era una mujer más bella que la flor más delicada. Después agarró el sombrero y se fue sin mirar atrás. Un instinto humano la obligaba a reunirse con su familia y entonces, como una autómata caminó. La dama recorrió bosques, cruzó ríos y valles hasta que llegó a un gran castillo, su hogar. Allí, los soldados se quedaron maravillados por su belleza y permitieron la llegada de la mujer a los aposentos del conde.

        Cuando la mujer llegó a los aposentos se arrodilló en el suelo y de repente, con un brillo destellaste se convirtió en una loba. El conde, asustado, llamó a la guardia real y quiso matarla. Antes de hacerlo se percató de que el rostro de aquel animal parecía humano, parecía expresar alegría, pero a la vez una sensación de tristeza. El hombre no sabía qué hacer y entonces decidió tenerla como mascota de caza.

        En las cacerías era la mejor y era la envidia de todos los cazadores, todos querían tener como criatura de caza a una loba de ese tipo, pero ese era un lujo de un solo hombre. Muchas veces el conde ofrecía a gente importante acompañarle en la caza y un día le dio el privilegio a un montero llamado Fernando Gymbich .El rey siguió las costumbres de siempre: tomo un buche de vino blanco, acarició a la loba y ofreció que el compañero de cacería también lo hiciese. El montero dudó un poco porque se decía que la loba había matado veinte conejos en un día. Para no desobedecer al conde tubo que acariciarla y en ese mismo instante, en medio de la muestra de cariño, pasó algo extraño. De repente, la parte del cuerpo de la loba que el montero había acariciado, se puso oscura y después, mágicamente, la mano del montero empezó a quemarse. Él gritaba, el dolor le hacía sufrir y desgarrarse. El conde, desesperado, quiso ayudarlo echándole el vino encima de la mano, pero eso solo empeoró las cosas. En poco tiempo, el fuego blanco como el del pelaje de la loba se extendió por el brazo del montero. El hombre no sabía qué hacer y decidió sacar su cantimplora llena de agua en un intento desesperado de apagar el fuego blanco, como la nieve. Desafortunadamente a él no le sirvió para nada, pero la loba reconoció esa cantimplora, supo que era la misma que llevaba aquel día en el que desapareció su ropa. En medio de aquella escena de terror, el animal saltó encima del montero y le arrebató la cantimplora. En ese mismo instante ella  empezó a brillar con una luz blanquecina y se transformó en aquella bella doncella con una larga melena rubia como el oro, una piel blanca casi pálida y unos ojos azules como el cielo. La maldición desapareció para siempre, porque al fin, esa bella mujer había recuperado su identidad humana. Ya nadie la podía detener. Ella se sentía feliz, el hombre que la condenó a tanto tiempo de soledad, aislamiento y tristeza había muerto bajo su furia.

        En el funeral del montero todos los invitados lloraban y vestían de negro, todos menos una mujer que sonreía e iba de blanco, se llamaba Sofía Richensber.

                                                                              Ignacio Gonzalez Martin.
                                                                                     Malaga - Enero 2011.

Gracias nacho sabor queso ! :)

viernes, 25 de marzo de 2011

Imagenes de Mariano Cinquegrani III

Tercera parte : 

Plaza Alberdi
Jujuy 11

Jujuy 12

Jujuy 13

Jujuy 14

Jujuy 15
Jujuy 16

Jujuy 17

Jujuy 19

Jujuy 20
Jujuy 10

Camino Serrillos
Mariano Cinquegrani- Al otro lado.
















Gracias Mariano ! hasta la proxima...