miércoles, 30 de mayo de 2012
viernes, 11 de mayo de 2012
May Story a Day 12 : Cumulus nimbus
El montoncito de partículas que conforman tu nombre, esa materia que se desplaza, se va de viaje, me deja un mes… huye a Buenos Aires y a Casabindo. Buscando sus pasiones, desmadejàndose en la vida que te ovilla y te jode.
Ese cascabel de tu nombre pronunciado por otros, en la punta de una mesa cuando paso caminando cerca del bar, me da vueltas y me planta una cara típica, ilegal. Prendo algo rápidamente, o te llamo … y quizás no estás.
Cumulus nimbus… hidratante y sofocante . Me mataste.
Solo espero la tarde para sentarme en el balcón a verte gorda y blanca entorpeciendo el horizonte. Deshaciéndote de nuevo para persistir.
Me envuelvo en vos aunque no pueda comer por días y me deprimen tus desperezos, tus desayunos, tu vitalidad, papeles amarillos y lámpara torcida.
Cumulus : baja un cambio. Baja un rato.
O destrozame de una vez con tu tormenta que es mito.
May Story a Day 11: Rostros.
Hoy se despertó asustado, gimiendo sin lágrimas con expresión dolorosa…infinita. El sueño fue tan real, la situación tan corriente y posible. Atrasó el despertador media hora, sentía merecer un tiempo en compensación por la angustia gratuita onírica.
Hoy le dijo a ella que la amaba profundamente, como de costumbre y la besó como nunca. Llenandose de nueva sed, para todo el día.
Se escapó del trabajo, de los papeles y las oportunidades para ir al lago. En un remanso de su tarde.
Allí mojó sus manos que ardían, allí quedó perplejo al ver rostros flotando en el agua…semisumergidos. Rostros, dolorosos, olvidados, viejos, sin alma.
Se recordó por la mañana, algo tenían que ver.
May Story a Day 10 : Podada
Después de una larga siesta me dirijo al jardín de casa, todavía soñolienta y entumecida. Hace tiempo no utilizo las tijeras que mi tío me heredó. “Te van a hacer falta, si seguís acumulando bosques”, decía. Y era cierto … desde mi adolescencia desarrollé cierta tendencia vegetal. Recoger tallos, comprar semillas y leer sobre botánica era para mi como ir al cine o salir con amigos.
El ajetreo diario hizo que desbordara mi frondoso mal llamado jardín, en verdad tengo 180 metros cuadrados de superficie repleta de especies verdes, y otros colores. Jungla personal. Descuidada.
No respeto las normas ni siquiera en tareas domésticas, por diversión. Lo correcto y más sensato sería comenzar a podar desde adelante, para ir adentrándose poco a poco en el corazón de la maleza y dar forma al lugar. Envalentonada, me pongo los guantes y el mameluco. Cierto dejo de aventura en mis ojos y aires de carpintero. A pesar de las ramas y lo salvaje…camino hacia el centro de mi lugar. Me lleva un largo tiempo, por momentos siento que me pierdo, transportándome a otro mundo tan irreal, tan incompatible con mi concepto…esto esta realmente abandonado. Y cuando creo estar ubicada, cansada y en penumbras…rodeada de lianas, hojas enormes y frescura, me detengo.
Zaaaag, zaaaag! mis tijeras de podar están vivas. Zaaaag, zaaaag ! se lubrica el metal con la sabia y van más rápido. Adelante, atrás, a los costados, caen suaves pétalos sobre mi, se despeja el entorno. Permanezco, aproximadamente 3 horas en la tarea…
A punto de detenerme, los brazos dolorosos, los cachetes rojos y casi casi satisfecha por el trabajo del día, lo veo : un espécimen no reconocido, un alguien que no debería estar allí. Demasiado feo, sus flores otrora resultaron venenosas y las mariposas hulleron del lugar en cuestión de meses. Desde que apareció no crecieron al rededor suyo otras floras y fue criando raíces descontroladas que al principio eran intrigantes por sus raras formas y luego estropearon la belleza del conjunto. Lastimando lo más bonito de allí. Mis energías fluyen naturales y tengo para un largo rato más.
Corto tus dedos, corto tus muñecas secas, Zaaaag, Zaaaaag ! duro tu tallo, duro de arrancar, y otro más, enredadera, hiedra, Zaaag ! Zaaaaag ! caen tus pedículos marchitos, de ojos cerrados, nariz incipiente, y core de ayer.
Ahora : abonarás.
lunes, 7 de mayo de 2012
domingo, 6 de mayo de 2012
May Story A Day 6 : Pedacitos
Estaban hechos de pedacitos.
De palabras, de colores, de olores, de momentos.
Pedacitos de recuerdos, de ilusiones de otros y de maltratos.
Ignorados por muchos, amados por tantos.
Estaban hechos de pedacitos únicos en su estilo.
Candelabros de colores, listos para ser encendidos.
Como vos y yo.
De palabras, de colores, de olores, de momentos.
Pedacitos de recuerdos, de ilusiones de otros y de maltratos.
Ignorados por muchos, amados por tantos.
Estaban hechos de pedacitos únicos en su estilo.
Candelabros de colores, listos para ser encendidos.
Como vos y yo.
sábado, 5 de mayo de 2012
Story A Day 4 : De vez en cuando
De vez en cuando se proponía fracasos seguros.
Perdía las llaves, fumaba de más.
De vez en cuando dormía entre muros, engañaba a quien amaba, se mentía eso de amar.
Era el poder y lo sólido. Luz.
De vez en cuando estallaban sus ganas en el fondo de un mar de cristal.
No salía de casa por días, no comía y nada más.
De vez en cuando vivir era dejar que los días se tachen solos en un calendario global.
Transcurrir, sin trascender. Total aquello era un engaño.
De vez en cuando.
Perdía las llaves, fumaba de más.
De vez en cuando dormía entre muros, engañaba a quien amaba, se mentía eso de amar.
Era el poder y lo sólido. Luz.
De vez en cuando estallaban sus ganas en el fondo de un mar de cristal.
No salía de casa por días, no comía y nada más.
De vez en cuando vivir era dejar que los días se tachen solos en un calendario global.
Transcurrir, sin trascender. Total aquello era un engaño.
De vez en cuando.
Story A Day 5 : El caminante.
Amaneció caminando, olvidado del paso del tiempo. Llevaba la boca
seca y la cara surcada por la violencia crónica de arena, sol y
sequedad. Venía desde muy atrás, allá en el pasado. Podría haber
interpretado el papel de un sobreviviente en alguna taquillera de
Hollywood, perfectamente. Caminaba lento el hombre erguido. Pateaba el
polvo bañado en polvo. No quedaban ni rastros de canciones, emociones,
pulsaciones... Creo que si lo tocaban se deshacía como un mantecado
viejo, como una estatua de tierra seca. Pero nadie lo hizo, nunca nadie
lo vio. Atravesó su ruta milenaria. Autómata. Mono.
Entró a la ciudad por el norte y llamó terriblemente la atención de cada habitante, cada alma. Los perros lo seguían sin querer comérselo. No miró a nadie. Llegó temprano y recorrió describiendo un cuadrillé las calles del centro. Sólo se detuvo ante las puertas cerradas de un bar bastante pintoresco. Esperó sin moverse desde las 7pm hasta las 10pm cuando abrieron. Entró ensuciando todo a su paso, el dueño hizo quedar los perros fuera y lo miró extrañado. Se sentó junto a un ventanal bajo el cielo estrellado de Mayo, en el patio del lugar.
Un mojito de litro por favor, pronunció con voz de ultratumba. Y sonrió.
Entró a la ciudad por el norte y llamó terriblemente la atención de cada habitante, cada alma. Los perros lo seguían sin querer comérselo. No miró a nadie. Llegó temprano y recorrió describiendo un cuadrillé las calles del centro. Sólo se detuvo ante las puertas cerradas de un bar bastante pintoresco. Esperó sin moverse desde las 7pm hasta las 10pm cuando abrieron. Entró ensuciando todo a su paso, el dueño hizo quedar los perros fuera y lo miró extrañado. Se sentó junto a un ventanal bajo el cielo estrellado de Mayo, en el patio del lugar.
Un mojito de litro por favor, pronunció con voz de ultratumba. Y sonrió.
jueves, 3 de mayo de 2012
May Story a Day 3 : El segundo viaje del día
Salgo del hospital. Junto varias monedas, una de un peso, dos de
veinticinco y una de cincuenta centavos. Listo, ya tengo pasaje. Me
compro dos bananas y una manzana, hoy no desayuné porque me dormí y
estaba llegando tarde ya a mi evaluación de electrocardiograma. Viene el
colectivo-bondi-buss. Mis dos compañeros, Laura y Daniel hacen fila
tras un par de personas que esperan. Se me complica el momento, siempre
se me complica el momento de subir porque pieso que no tendré a mano el
cospel o el dinero mientras la gente me apura o que arrancará tan
violentamente que me caeré de geta contra el pasillo o me pegaré un
golpe de cabezas contra el pasamanos. Si, soy alta...en fin, son
segundos nada más. Tiro la cáscara de la primera banana que terminé
dentro de la bolsa donde está la otra y saco la manzana, para sumar
complejidad al momento o para saciar mi hambre, no lo sé. Sube Laura,
sube Daniel, subo. Un, dos, tres grandes escalones y le doy las monedas
al chofer, me da el papelito finito escurridizo entre los dedos que
llaman boleto. Uh, el bondi está hasta las manos. No abanzamos, nos quedamos ahí parados casi al lado del chofer. Me agarro del cilindro metálico arriba de mi cabeza,
ladeo el bolso pesadísimo que llevo con todo lo que podría necesitar
porque no sé si después vuelvo a mi casa. Ya arrancó y nos miramos
con mis amigos. Olor a gente, calor de otoño indeciso. En las pequeñas
frenadas del camino me voy arremangando la camiseta bajo la chaqueta
blanca turnando de manos en el pasamanos y con la manzana. La termino y
ahora tengo una bolsa de basura orgánica. Ay! la tengo que guardar en el
bolso que desagradable. Ya está. En la próxima parada suben cuatro
mujeres, una de ellas Sd de Down, viajaba sola. Las otras tres mantenían
una acalorada conversación, pagaron y se apretujaron contra nuestros
cuerpos. Realmente era insoportable estar allí. Todos los acientos
llenos, son dos filas a la izquierda y una a la derecha. Todo el pasillo
del medio lleno de gente, amontonada e incómoda como vacas en brete.
Una de las nuevas señoras, no vi sus rostros porque me gusta mirar por la
ventana y me satura la humanidad tan cercana...dijo : Aver estos
jóvenes ! que no hacen espacio a estas viejas para que podamos entrár!
Que se pueden correr un poco para el fondo chicos? Miradas fulminantes
que terminaron en risas entre nosotros y otros jóvenes que oportunamente
se encontraban en el medio de transporte. Nos juntamos aún más.
Seguimos viaje. Ahora con el cotorreo de las ladys confort. Uno sólo
aprecia el silencio cuando lo pierde, era lo único valiosos que teníamos
hasta que se subieron. Por la ventana vi verdulerías, por la Avenida
Avellaneda, poca gente caminando por allí hasta que llegamos al bajo.
Bulonerías, ferreterías, puestos de ventas de panchuques, sándwichs,
golosinas. Kioscos, fletes, perros, gente vieja, gente con ropa vieja,
jóvenes modernas con los rollos resaltando en sus caderas pero siempre
ajustadas. Muchos fumaban, muchos mensajeaban. Música de cumbia
repentinamente se coló por las ventanas y así como llegó se fue al
doblar la esquina. Balanceo total, todos aplastados hacia la derecha,
ñoooooooom, dobla y volvemos a estar rectos. Subimos por calle San
Lorenzo, milagrosamente bajan algunos pasajeros y no suben otros.
Respiramos. Mis compañeros se desplazan más atrás entre la gente
buscando el hueco, quedo adelante ahora parece que viajo sola.
Intercambio sonrisas con una chica de entra la gente sentada que debe
haber captado la cara que tengo en estos momentos dados del día a día,
yo también me reiría de mi. En general nadie sonríe, la mayoría de los
pasajeros son ancianos, muy arrugados, un señor tiene un simpático
gorrito de Boca Juniors como tejido al croché y lagrimea sin
sentimiento, aparentemente está enfermo. Quiero dejar de mirar a la
gente identificando su patología. De vez en cuando controlo mi monedero para ver si sigue allí en el bolsillo de la chaqueta, y el celular que mantendo en silencio todo el día. Hago mi cabeza hacia atrás la sacudo
varias veces y vuelvo a mirar. Sólo veo gente triste, cansada. Como si
se hubieran puesto de acuerdo y vinieran todos juntos del cementerio. El
103 va al cementerio? se me ocurre y me siento muy tarada. No, es sólo
así. Vuelvo a la ventana. Pasamos por una heladería, ya estamos por
calle Lamadrid casi. Lindas fachadas, diferentes estilos todas. Leo
"Casa de la Memoria - familia detenida y desaparecida" en la placa del
frente de una casa. Nunca lo había visto antes, siempre paso por ahí. Me
dan ganas de saber más sobre esa familia y también pienso que no será
muy diferente de lo que ya sé sobre otras familias en el ´70. Pasamos
por algunas facultades, edificios, gente paseando el perro, cargando una
manguera, intercambiando papeles, riendo en la esquina del bar DocSud.
Daniel se baja para ir al cajero luego nos alcanzará. Hermosamente
desciende mucha gente, o fue descendiendo de forma paulatina y mi
distracción hizo que no lo notara. Laura se sienta en uno de la fila a
la derecha y me paro cerca de ella. Sostiene mi bolso, mi hombro puede
descansar. Un alivio. Conversamos sobre el examen del sábado, sobre los
libros que tendríamos que consultar y sobre el recital de Divididos.
Luego ya no conversamos y sigo colándome fugazmente en la vida al otro
lado del cristal del 103. Leo carteles de ofertas de huevos, la docena y
por unidad. Están carísimos. Discriminan entre huevo normal y huevo de
color. Dan ganas de comprar huevos de color. Me río entre pensamientos.
Pasamos ahora por un barrio, creo que es Ciudadela. Veredas de tierra,
ventanas enrejadas. Más ofertas, ahora de papas fritas, adobos de pizza y
forrajería. Un gato sobre la tapia de una casa abandonada. Hermoso.
Doblamos y ya vamos por la Roca. Verde, chicos jóbenes. Se acerca
nuestra parada. Vamos Laura. Se terminó el segundo viaje del día. Todavía quedan tres.
miércoles, 2 de mayo de 2012
May Story A Day 2 : Maxi
Jueves.
Maxi en una clase por la mañana :
- Profesor, ¿ me podría explicar cómo es el mecanismo del llanto?
El jefe de trabajos prácticos de fisiología vegetal, con la tiza en la mano y dando media vuelta hacia el alumno respode :
- ¿El llanto en dónde? Las plantas no lloran, transpiran. (Risa irónica) Interesante pregunta, existen glándulas alrededor de los ojos de las personas, supongo que eso es lo que querés saber. Estas glándulas producen y acumulan un líquido que cuando las emociones lo requieren, se vuelcan y producen el llanto. Pero deberías buscar un libro de medicina o fijarte en internet.
Viernes.
Por la noche Maxi va con sus amigos a ver una obra de teatro en donde 3 de las 4 actrices fingen llorar en escena.
El joven levantando su trasero de la butaca en la estrecha sala, intenta acercarse un poco más a las luces para ver el fenómeno. Lo detiene la queja de una señorita sentada delante suyo; él con su desfachatez había apoyado las manos en los hombros y los cabellos cuidadosamente planchados de quien ahora lo miraba con expresión estupefacta y reclamaba que se comportase.
-Perdón - dice Maxi. Y sin haber podido captar como fluían aquellas lágrimas o colirios teñidos de rimel de las putas en escena, aplasta su cuerpo contra el asiento de nuevo.
Sábado.
Su chica lo visita por la tarde, Maxi emocionado le prepara ricos mates y olvida el cigarro encendido en el balcón. Luego del sexo y las risas, él le dice :
- Sos hermosa, pero nunca te vi llorar.
Más risas, risa femenina.
- ¡Nada que ver! ¿Para qué? Mejor así. (Lo besa y responde ella) Y sí, lloré el otro día cuando vimos la peli que nos pasó Rodrigo pero vos estabas durmiendo.
Domingo.
Sólo bajo la ducha, por unos segundos Maxi recuerda el asunto de las lágrimas y juega con el agua en su cara.
Lunes.
Maxi ve llorar a 2 personas abrazadas en la puerta de una casa, no se atreve a interrumpir.
Martes.
Maxi decide no perder más tiempo y va en busca del mecanismo del llanto desde su casa en el centro hasta la librería más próxima. Esquivando verduras, frutas, carteles tirados, gente y perros. Algo encontrará.
Poemas.
Explicación anatómica.
Un suspiro de la vendedora ante sus ojos curiosos.
Nada.
Miércoles
-Basta- salta de la cama, el techo está muy aburrido. Se mira al espejo. Acaricia sus ojeras lentamente. Pasa el índice por su ceja derecha, todo el trayecto hasta el final. Levanta la ceja izquierda. Serio. Mira sus ojos intentado ir más allá, sabiendo que es sólo un reflejo.
Desde el entrecejo Maxi toma el extremo de la ceja derecha y lo despega despacio, lo va tirando lateralmente y ésta cede como una cita scotch vieja. Bajo esos pelos que ya no están hay un poco de grasa que quita con pequeños tincazos hasta dejar el músculo a la vista.
Mira aquella ventana roja.
Ahora rápidamente busca con sus dedos entre las fibras de músculo una punta de esas líneas para poder tirar y desmadejar lo que sigue, lo consigue. Como hilo dental va saliendo el orbicular firme mientras que al rededor de su ojo atento todo va perdiendo consistencia y deprimiéndose hacia atrás.
La piel de la zona queda arrugada y ahora tiene media expresión vieja y triste. Al tacto esta piel se pliega apergaminada dando lugar a una fosa en la que restos de tejidos y relleno cual caja de embalaje, albergan una bolita blanca que mira fijo. La saca, tironeando un poco el nervio amarillo que tiene atrás.
En ese momento, como llamada desde lo alto y a la derecha de la abertura, desciende una bolsita transparente, bacía. Con un par de cables negros y rojos sueltos.
Maxi conecta los cables como le enseñaron cuando era chico en el taller, envuelve con cinta aislante y coloca cada cosa en su lugar nuevamente.
Repite el procedimiento con la otra órbita, de igual manera.
Le lleva 20 minutos arreglar todo.
Cuando ya tiene las cosas correctamente ubicadas en su rostro, acomoda las cejas con leves toques para fijarlas bien y parpadea varias veces.
Parece que allí no ha pasado nada. Parpadea.
Sonríe.
Sonríe y más que eso se abre su boca con una carcajada.
¡¿ Qué acabo de hacer?! piensa y no para de reírse. Ríe y ríe hasta llorar.
Llora y ríe enjuagando su estado hasta quedar dormido sobre la cama boca arriba.
Jueves.
Maxi en una clase por la mañana :
- Profesor, ¿ me podría explicar cómo es el mecanismo del llanto?
El jefe de trabajos prácticos de fisiología vegetal, con la tiza en la mano y dando media vuelta hacia el alumno respode :
- ¿El llanto en dónde? Las plantas no lloran, transpiran. (Risa irónica) Interesante pregunta, existen glándulas alrededor de los ojos de las personas, supongo que eso es lo que querés saber. Estas glándulas producen y acumulan un líquido que cuando las emociones lo requieren, se vuelcan y producen el llanto. Pero deberías buscar un libro de medicina o fijarte en internet.
Viernes.
Por la noche Maxi va con sus amigos a ver una obra de teatro en donde 3 de las 4 actrices fingen llorar en escena.
El joven levantando su trasero de la butaca en la estrecha sala, intenta acercarse un poco más a las luces para ver el fenómeno. Lo detiene la queja de una señorita sentada delante suyo; él con su desfachatez había apoyado las manos en los hombros y los cabellos cuidadosamente planchados de quien ahora lo miraba con expresión estupefacta y reclamaba que se comportase.
-Perdón - dice Maxi. Y sin haber podido captar como fluían aquellas lágrimas o colirios teñidos de rimel de las putas en escena, aplasta su cuerpo contra el asiento de nuevo.
Sábado.
Su chica lo visita por la tarde, Maxi emocionado le prepara ricos mates y olvida el cigarro encendido en el balcón. Luego del sexo y las risas, él le dice :
- Sos hermosa, pero nunca te vi llorar.
Más risas, risa femenina.
- ¡Nada que ver! ¿Para qué? Mejor así. (Lo besa y responde ella) Y sí, lloré el otro día cuando vimos la peli que nos pasó Rodrigo pero vos estabas durmiendo.
Domingo.
Sólo bajo la ducha, por unos segundos Maxi recuerda el asunto de las lágrimas y juega con el agua en su cara.
Lunes.
Maxi ve llorar a 2 personas abrazadas en la puerta de una casa, no se atreve a interrumpir.
Martes.
Maxi decide no perder más tiempo y va en busca del mecanismo del llanto desde su casa en el centro hasta la librería más próxima. Esquivando verduras, frutas, carteles tirados, gente y perros. Algo encontrará.
Poemas.
Explicación anatómica.
Un suspiro de la vendedora ante sus ojos curiosos.
Nada.
Miércoles
-Basta- salta de la cama, el techo está muy aburrido. Se mira al espejo. Acaricia sus ojeras lentamente. Pasa el índice por su ceja derecha, todo el trayecto hasta el final. Levanta la ceja izquierda. Serio. Mira sus ojos intentado ir más allá, sabiendo que es sólo un reflejo.
Desde el entrecejo Maxi toma el extremo de la ceja derecha y lo despega despacio, lo va tirando lateralmente y ésta cede como una cita scotch vieja. Bajo esos pelos que ya no están hay un poco de grasa que quita con pequeños tincazos hasta dejar el músculo a la vista.
Mira aquella ventana roja.
Ahora rápidamente busca con sus dedos entre las fibras de músculo una punta de esas líneas para poder tirar y desmadejar lo que sigue, lo consigue. Como hilo dental va saliendo el orbicular firme mientras que al rededor de su ojo atento todo va perdiendo consistencia y deprimiéndose hacia atrás.
La piel de la zona queda arrugada y ahora tiene media expresión vieja y triste. Al tacto esta piel se pliega apergaminada dando lugar a una fosa en la que restos de tejidos y relleno cual caja de embalaje, albergan una bolita blanca que mira fijo. La saca, tironeando un poco el nervio amarillo que tiene atrás.
En ese momento, como llamada desde lo alto y a la derecha de la abertura, desciende una bolsita transparente, bacía. Con un par de cables negros y rojos sueltos.
Maxi conecta los cables como le enseñaron cuando era chico en el taller, envuelve con cinta aislante y coloca cada cosa en su lugar nuevamente.
Repite el procedimiento con la otra órbita, de igual manera.
Le lleva 20 minutos arreglar todo.
Cuando ya tiene las cosas correctamente ubicadas en su rostro, acomoda las cejas con leves toques para fijarlas bien y parpadea varias veces.
Parece que allí no ha pasado nada. Parpadea.
Sonríe.
Sonríe y más que eso se abre su boca con una carcajada.
¡¿ Qué acabo de hacer?! piensa y no para de reírse. Ríe y ríe hasta llorar.
Llora y ríe enjuagando su estado hasta quedar dormido sobre la cama boca arriba.
Jueves.
martes, 1 de mayo de 2012
May Story a Day 1 : Las Hormigas.
Con las manos en los bolsillos, apretujadas y frías contra el
jean rasposo, caminaba como podía por el sendero que hacía la cortada
desde la facultad a su casa. Como nunca, miraba el suelo, tendría que
estar todo el día con las mismas zapatillas que lo conducirían por la
ciudad en caminos rectos, por sus rincones favoritos dando vueltas y
aletearían en el aire al sentarse cruzando las piernas con el típico
gesto que no registra y aquí estoy evocando. Miraba, para no pisar las
figuras de agua que el barro brutalmente atropellado contorneaba. Por
momentos subía al césped mojado, era difícil mantener el equilibrio al
borde del sendero con su rapidez de pasos.
Por el parque. Como todos los martes y jueves.
Pablo lánguido, rubio, rosado, concentrado en un torbellino de conecciones neuronales, apurado y con frío. Zigzagueante como el camino mismo. Con tres cuadernos bajo el brazo que quería lanzar al sofá de casa apenas entrase, para recoger la campera y volver a salir. Eso quería, además de un panchuque y una respuesta.
Le gustaba su facultad más que nada por encontrarse en medio del verde, alguna vez estuvo maravillado por su inmensidad, ahora se la conocía de memoria y le producía tedio. Le gustaba andar por ahí entre árboles, sobretodo cuando estaban recién bañados y afeitados una mañana como ésta tras una semejante tormenta como aquella.
A tres cuartos del camino, Pablo aminora la marcha y se detiene. Hay una calle que pasa perpendicular, tendría que cruzar. Frunce el seño, se acomoda la bufanda de lana azul, huele. Olfatea en el aire un poquito. A la derecha, a la izquierda. Frescura exquisita. Mira hacia arriba, cierra los ojos turbado y esquiva esos rayos inoportunos que lo atacan desde lo alto entre las ramas, baja la mirada todavía semi cegado, se pregunta si tendrá fotofobia, por qué será tan sensible… Se pregunta por qué no se produce el reflejo del sol en los charcos hoy, se pregunta cuál será el porcentaje de agua que se pierde cuando llueve sobre la ciudad, tanto cemento y tanta porquería que absorbe y no evapora, ¿habrá un índice para eso? No quedará indemne el hecho de que el hombre modifique el paisaje, seguramente. También, por qué no hay nadie hoy con quien cruzar miradas por ahí, por qué estaba cerrado el anfiteatro si hoy es martes…¿nadie avisó que no había que ir? Cómo es que estaba volviendo a casa así sin más, podría sacar el celular del bolsillo y mensajear a alguien. Por qué había desayunado solo, sin ver a su madre antes de salir a las 8. Todo esto atacaba su tranquilidad.
Así y donde estaba empezó a dar pequeños saltos, como para entrar en calor, una y otra vez. Tiró los cuadernos sin cuidado. Sacudió los brazos a los costados del cuerpo y saltó cada vez más alto, “Fuuuuuuuuuu, ahhh, fmm” produjo. Saltó ocho veces más y se aflojó la bufanda, meneó la cadera despacio tranquilizando la taquicardia y sonriendo incipientemente.
No cruzó la calle, se puso en cuatro patas hacia la derecha y muy lentamente, avanzó. Con la oreja derecha pegada al suelo casi, buscó como un barquito entre el espeso mar verde filiforme , una vibración. Hoy no serán susurros de hojas secas, de pisar papas fritas ni nada de eso … el tiempo establece sus condiciones. Avanzó, adentrándose entre troncos torcidos, muy despacio. Gateó ensuciando el pantalón, esquivando ramas, humedeciendo las palmas blancas, con la oreja de radar. Hoy las hormigas no están, avanzó, las que de chico lo tranquilizaron, las que todo se llevan puesto, las que van siempre unidas, construyendo…
Hoy las hormigas no están.
Por el parque. Como todos los martes y jueves.
Pablo lánguido, rubio, rosado, concentrado en un torbellino de conecciones neuronales, apurado y con frío. Zigzagueante como el camino mismo. Con tres cuadernos bajo el brazo que quería lanzar al sofá de casa apenas entrase, para recoger la campera y volver a salir. Eso quería, además de un panchuque y una respuesta.
Le gustaba su facultad más que nada por encontrarse en medio del verde, alguna vez estuvo maravillado por su inmensidad, ahora se la conocía de memoria y le producía tedio. Le gustaba andar por ahí entre árboles, sobretodo cuando estaban recién bañados y afeitados una mañana como ésta tras una semejante tormenta como aquella.
A tres cuartos del camino, Pablo aminora la marcha y se detiene. Hay una calle que pasa perpendicular, tendría que cruzar. Frunce el seño, se acomoda la bufanda de lana azul, huele. Olfatea en el aire un poquito. A la derecha, a la izquierda. Frescura exquisita. Mira hacia arriba, cierra los ojos turbado y esquiva esos rayos inoportunos que lo atacan desde lo alto entre las ramas, baja la mirada todavía semi cegado, se pregunta si tendrá fotofobia, por qué será tan sensible… Se pregunta por qué no se produce el reflejo del sol en los charcos hoy, se pregunta cuál será el porcentaje de agua que se pierde cuando llueve sobre la ciudad, tanto cemento y tanta porquería que absorbe y no evapora, ¿habrá un índice para eso? No quedará indemne el hecho de que el hombre modifique el paisaje, seguramente. También, por qué no hay nadie hoy con quien cruzar miradas por ahí, por qué estaba cerrado el anfiteatro si hoy es martes…¿nadie avisó que no había que ir? Cómo es que estaba volviendo a casa así sin más, podría sacar el celular del bolsillo y mensajear a alguien. Por qué había desayunado solo, sin ver a su madre antes de salir a las 8. Todo esto atacaba su tranquilidad.
Así y donde estaba empezó a dar pequeños saltos, como para entrar en calor, una y otra vez. Tiró los cuadernos sin cuidado. Sacudió los brazos a los costados del cuerpo y saltó cada vez más alto, “Fuuuuuuuuuu, ahhh, fmm” produjo. Saltó ocho veces más y se aflojó la bufanda, meneó la cadera despacio tranquilizando la taquicardia y sonriendo incipientemente.
No cruzó la calle, se puso en cuatro patas hacia la derecha y muy lentamente, avanzó. Con la oreja derecha pegada al suelo casi, buscó como un barquito entre el espeso mar verde filiforme , una vibración. Hoy no serán susurros de hojas secas, de pisar papas fritas ni nada de eso … el tiempo establece sus condiciones. Avanzó, adentrándose entre troncos torcidos, muy despacio. Gateó ensuciando el pantalón, esquivando ramas, humedeciendo las palmas blancas, con la oreja de radar. Hoy las hormigas no están, avanzó, las que de chico lo tranquilizaron, las que todo se llevan puesto, las que van siempre unidas, construyendo…
Hoy las hormigas no están.
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