sábado, 5 de mayo de 2012

Story A Day 5 : El caminante.

Amaneció caminando, olvidado del paso del tiempo. Llevaba la boca seca y la cara surcada por la violencia crónica de arena, sol y sequedad. Venía desde muy atrás, allá en el pasado. Podría haber interpretado el papel de un sobreviviente en alguna taquillera de Hollywood, perfectamente. Caminaba lento el hombre erguido. Pateaba el polvo bañado en polvo. No quedaban ni rastros de canciones, emociones, pulsaciones... Creo que si lo tocaban se deshacía como un mantecado viejo, como una estatua de tierra seca. Pero nadie lo hizo, nunca nadie lo vio. Atravesó su ruta milenaria. Autómata. Mono.
Entró a la ciudad por el norte y llamó terriblemente la atención de cada habitante, cada alma. Los perros lo seguían sin querer comérselo. No miró a nadie. Llegó temprano y recorrió describiendo un cuadrillé las calles del centro. Sólo se detuvo ante las puertas cerradas de un bar bastante pintoresco. Esperó sin moverse desde las 7pm hasta las 10pm cuando abrieron. Entró ensuciando todo a su paso, el dueño hizo quedar los perros fuera y lo miró extrañado. Se sentó junto a un ventanal bajo el cielo estrellado de Mayo, en el patio del lugar.

Un mojito de litro por favor, pronunció con voz de ultratumba. Y sonrió.

jueves, 3 de mayo de 2012

May Story a Day 3 : El segundo viaje del día

Salgo del hospital.  Junto varias monedas, una de un peso, dos de veinticinco y una de cincuenta centavos. Listo, ya tengo pasaje. Me compro dos bananas y una manzana, hoy no desayuné porque me dormí y estaba llegando tarde ya a mi evaluación de electrocardiograma. Viene el colectivo-bondi-buss. Mis dos compañeros, Laura y Daniel hacen fila tras un par de personas que esperan. Se me complica el momento, siempre se me complica el momento de subir porque pieso que no tendré a mano el cospel o el dinero mientras la gente me apura o que arrancará tan violentamente que me caeré de geta contra el pasillo o me pegaré un golpe de cabezas contra el pasamanos. Si, soy alta...en fin, son segundos nada más. Tiro la cáscara de la primera banana que terminé dentro de la bolsa donde está la otra y saco la manzana, para sumar complejidad al momento o para saciar mi hambre, no lo sé. Sube Laura, sube Daniel, subo. Un, dos, tres grandes escalones y le doy las monedas al chofer, me da el papelito finito escurridizo entre los dedos que llaman boleto. Uh, el bondi está hasta las manos. No abanzamos, nos quedamos ahí parados casi al lado del chofer. Me agarro del cilindro metálico arriba de mi cabeza, ladeo el bolso pesadísimo que llevo con todo lo que podría necesitar porque no sé si después vuelvo a mi casa. Ya arrancó y nos miramos con mis amigos. Olor a gente, calor de otoño indeciso. En las pequeñas frenadas del camino me voy arremangando la camiseta bajo la chaqueta blanca turnando de manos en el pasamanos y con la manzana. La termino y ahora tengo una bolsa de basura orgánica. Ay! la tengo que guardar en el bolso que desagradable. Ya está. En la próxima parada suben cuatro mujeres, una de ellas Sd de Down, viajaba sola. Las otras tres mantenían una acalorada conversación, pagaron y se apretujaron contra nuestros cuerpos. Realmente era insoportable estar allí. Todos los acientos llenos, son dos filas a la izquierda y una a la derecha. Todo el pasillo del medio lleno de gente, amontonada e incómoda como vacas en brete. Una de las nuevas señoras, no vi sus rostros porque me gusta mirar por la ventana y me satura la humanidad tan cercana...dijo : Aver estos jóvenes ! que no hacen espacio a estas viejas para que podamos entrár! Que se pueden correr un poco para el fondo chicos? Miradas fulminantes que terminaron en risas entre nosotros y otros jóvenes que oportunamente se encontraban en el medio de transporte. Nos juntamos aún más. Seguimos viaje. Ahora con el cotorreo de las ladys confort. Uno sólo aprecia el silencio cuando lo pierde, era lo único valiosos que teníamos hasta que se subieron. Por la ventana vi verdulerías, por la Avenida Avellaneda, poca gente caminando por allí hasta que llegamos al bajo. Bulonerías, ferreterías, puestos de ventas de panchuques, sándwichs, golosinas. Kioscos, fletes, perros, gente vieja, gente con ropa vieja, jóvenes modernas con los rollos resaltando en sus caderas pero siempre ajustadas. Muchos fumaban, muchos mensajeaban. Música de cumbia repentinamente se coló por las ventanas y así como llegó se fue al doblar la esquina. Balanceo total, todos aplastados hacia la derecha, ñoooooooom, dobla y volvemos a estar rectos. Subimos por calle San Lorenzo, milagrosamente bajan algunos pasajeros y no suben otros. Respiramos. Mis compañeros se desplazan más atrás entre la gente buscando el hueco, quedo adelante ahora parece que viajo sola. Intercambio sonrisas con una chica de entra la gente sentada que debe haber captado la cara que tengo en estos momentos dados del día a día, yo también me reiría de mi. En general nadie sonríe, la mayoría de los pasajeros son ancianos, muy arrugados, un señor tiene un simpático gorrito de Boca Juniors como tejido al croché y lagrimea sin sentimiento, aparentemente está enfermo. Quiero dejar de mirar a la gente identificando su patología. De vez en cuando controlo mi monedero para ver si sigue allí en el bolsillo de la chaqueta, y el celular que mantendo en silencio todo el día. Hago mi cabeza hacia atrás la sacudo varias veces y vuelvo a mirar. Sólo veo gente triste, cansada. Como si se hubieran puesto de acuerdo y vinieran todos juntos del cementerio. El 103 va al cementerio? se me ocurre y me siento muy tarada. No, es sólo así. Vuelvo a la ventana. Pasamos por una heladería, ya estamos por calle Lamadrid casi. Lindas fachadas, diferentes estilos todas. Leo "Casa de la Memoria - familia detenida y desaparecida" en la placa del frente de una casa. Nunca lo había visto antes, siempre paso por ahí. Me dan ganas de saber más sobre esa familia y también pienso que no será muy diferente de lo que ya sé sobre otras familias en el ´70. Pasamos por algunas facultades, edificios, gente paseando el perro, cargando una manguera, intercambiando papeles, riendo en la esquina del bar DocSud. Daniel se baja para ir al cajero luego nos alcanzará. Hermosamente desciende mucha gente, o fue descendiendo de forma paulatina y mi distracción hizo que no lo notara. Laura se sienta en uno de la fila a la derecha y me paro cerca de ella. Sostiene mi bolso, mi hombro puede descansar. Un alivio. Conversamos sobre el examen del sábado, sobre los libros que tendríamos que consultar y sobre el recital de Divididos. Luego ya no conversamos y sigo colándome fugazmente en la vida al otro lado del cristal del 103. Leo carteles de ofertas de huevos, la docena y por unidad. Están carísimos. Discriminan entre huevo normal y huevo de color. Dan ganas de comprar huevos de color. Me río entre pensamientos. Pasamos ahora por un barrio, creo que es Ciudadela. Veredas de tierra, ventanas enrejadas. Más ofertas, ahora de papas fritas, adobos de pizza y forrajería. Un gato sobre la tapia de una casa abandonada. Hermoso. Doblamos y ya vamos por la Roca. Verde, chicos jóbenes. Se acerca nuestra parada. Vamos Laura. Se terminó el segundo viaje del día. Todavía quedan tres.

miércoles, 2 de mayo de 2012

May Story A Day 2 : Maxi

Jueves.
Maxi en una clase por la mañana :
- Profesor, ¿ me podría explicar cómo es el mecanismo del llanto?
El jefe de trabajos prácticos de fisiología vegetal, con la tiza en la mano y dando media vuelta hacia el alumno respode :
- ¿El llanto en dónde? Las plantas no lloran, transpiran. (Risa irónica) Interesante pregunta, existen glándulas alrededor de los ojos de las personas, supongo que eso es lo que querés saber. Estas glándulas producen y acumulan un líquido que cuando las emociones lo requieren, se vuelcan y producen el llanto. Pero deberías buscar un libro de medicina o fijarte en internet.

Viernes.
Por la noche Maxi va con sus amigos a ver una obra de teatro en donde 3 de las 4 actrices fingen llorar en escena.
El joven levantando su trasero de la butaca en la estrecha sala, intenta acercarse un poco más a las luces para ver el fenómeno. Lo detiene la queja de una señorita sentada delante suyo; él con su desfachatez había apoyado las manos en los hombros y los cabellos cuidadosamente planchados de quien ahora lo miraba con expresión estupefacta y reclamaba que se comportase.
-Perdón - dice Maxi. Y sin haber podido captar como fluían aquellas lágrimas o colirios teñidos de rimel  de las putas en escena, aplasta su cuerpo contra el asiento de nuevo.

Sábado.
Su chica lo visita por la tarde, Maxi emocionado le prepara ricos mates y olvida el cigarro encendido en el balcón. Luego del sexo y las risas, él le dice :
- Sos hermosa, pero nunca te vi llorar.
Más risas, risa femenina.
- ¡Nada que ver! ¿Para qué? Mejor así. (Lo besa y responde ella) Y sí, lloré el otro día cuando vimos la peli que nos pasó Rodrigo pero vos estabas durmiendo.

Domingo.
Sólo bajo la ducha, por unos segundos Maxi recuerda el asunto de las lágrimas y juega con el agua en su cara.

Lunes.
Maxi ve llorar a 2 personas abrazadas en la puerta de una casa, no se atreve a interrumpir.

Martes.
Maxi decide no perder más tiempo y va en busca del mecanismo del llanto desde su casa en el centro hasta la librería más próxima. Esquivando verduras, frutas, carteles tirados, gente y perros. Algo encontrará.
Poemas.
Explicación anatómica.
Un suspiro de la vendedora ante sus ojos curiosos.
Nada.

Miércoles
-Basta- salta de la cama, el techo está muy aburrido. Se mira al espejo. Acaricia sus ojeras lentamente. Pasa el índice por su ceja derecha, todo el trayecto hasta el final. Levanta la ceja izquierda. Serio. Mira sus ojos intentado ir más allá, sabiendo que es sólo un reflejo.
Desde el entrecejo Maxi toma el extremo de la ceja derecha y lo despega despacio, lo va tirando lateralmente y ésta cede como una cita scotch vieja. Bajo esos pelos que ya no están hay un poco de grasa que quita con pequeños tincazos hasta dejar el músculo a la vista.
Mira aquella ventana roja.
Ahora rápidamente busca con sus dedos entre las fibras de músculo una punta de esas líneas para poder tirar y desmadejar  lo que sigue, lo consigue. Como hilo dental va saliendo el orbicular firme mientras que al rededor de su ojo atento todo va perdiendo consistencia y deprimiéndose hacia atrás.
La piel de la zona queda arrugada y ahora tiene media expresión vieja y triste. Al tacto esta piel se pliega apergaminada dando lugar a una fosa en la que restos de tejidos y relleno cual caja de embalaje, albergan una bolita blanca que mira fijo. La saca, tironeando un poco el nervio amarillo que tiene atrás.
En ese momento, como llamada desde lo alto y a la derecha de la abertura, desciende una bolsita transparente, bacía. Con un par de cables negros y rojos sueltos.
Maxi conecta los cables como le enseñaron cuando era chico en el taller, envuelve con cinta aislante y coloca cada cosa en su lugar nuevamente.
Repite el procedimiento con la otra órbita, de igual manera.
Le lleva 20 minutos arreglar todo.
Cuando ya tiene las cosas correctamente ubicadas en su rostro, acomoda las cejas con leves toques para fijarlas bien y parpadea varias veces.
Parece que allí no ha pasado nada. Parpadea.
Sonríe.
Sonríe y más que eso se abre su boca con una carcajada.
¡¿ Qué acabo de hacer?! piensa y no para de reírse. Ríe y ríe hasta llorar.
Llora y ríe enjuagando su estado hasta quedar dormido sobre la cama boca arriba.

Jueves.

martes, 1 de mayo de 2012

May Story a Day 1 : Las Hormigas.

Con las manos en los bolsillos, apretujadas y frías contra el jean rasposo, caminaba como podía por el sendero que hacía la cortada desde la facultad a su casa. Como nunca, miraba el suelo, tendría que estar todo el día con las mismas zapatillas que lo conducirían por la ciudad en caminos rectos, por sus rincones favoritos dando vueltas y aletearían en el aire al sentarse cruzando las piernas con el típico gesto que no registra y aquí estoy evocando. Miraba, para no pisar las figuras de agua que el barro brutalmente atropellado contorneaba. Por momentos subía al césped mojado, era difícil mantener el equilibrio al borde del sendero con su rapidez de pasos.

Por el parque. Como todos los martes y jueves.
Pablo lánguido, rubio, rosado, concentrado en un torbellino de conecciones neuronales, apurado y con frío. Zigzagueante como el camino mismo. Con tres cuadernos bajo el brazo que quería lanzar al sofá de casa apenas entrase, para recoger la campera y volver a salir. Eso quería, además de un panchuque y una respuesta.

Le gustaba su facultad más que nada por encontrarse en medio del verde, alguna vez estuvo maravillado por su inmensidad, ahora se la conocía de memoria y le producía tedio. Le gustaba andar por ahí entre árboles, sobretodo cuando estaban recién bañados y afeitados una mañana como ésta tras una semejante tormenta como aquella.

A tres cuartos del camino, Pablo aminora la marcha y se detiene. Hay una calle que pasa perpendicular, tendría que cruzar. Frunce el seño, se acomoda la bufanda de lana azul, huele. Olfatea en el aire un poquito. A la derecha, a la izquierda. Frescura exquisita. Mira hacia arriba, cierra los ojos turbado y esquiva esos rayos inoportunos que lo atacan desde lo alto entre las ramas, baja la mirada todavía semi cegado, se pregunta si tendrá fotofobia, por qué será tan sensible… Se pregunta por qué no se produce el reflejo del sol en los charcos hoy, se pregunta cuál será el porcentaje de agua que se pierde cuando llueve sobre la ciudad, tanto cemento y tanta porquería que absorbe y no evapora, ¿habrá un índice para eso? No quedará indemne el hecho de que el hombre modifique el paisaje, seguramente. También, por qué no hay nadie hoy con quien cruzar miradas por ahí, por qué estaba cerrado el anfiteatro si hoy es martes…¿nadie avisó que no había que ir? Cómo es que estaba volviendo a casa así sin más, podría sacar el celular del bolsillo  y mensajear a alguien. Por qué había desayunado solo, sin ver a su madre antes de salir a las 8. Todo esto atacaba su tranquilidad.
Así y donde estaba empezó a dar pequeños saltos, como para entrar en calor, una y otra vez. Tiró los cuadernos sin cuidado. Sacudió los brazos a los costados del cuerpo y saltó cada vez más alto, “Fuuuuuuuuuu, ahhh, fmm” produjo. Saltó ocho veces más y se aflojó la bufanda, meneó la cadera despacio tranquilizando la taquicardia y sonriendo incipientemente.

No cruzó la calle, se puso en cuatro patas hacia la derecha y muy lentamente, avanzó. Con la oreja derecha pegada al suelo casi, buscó como un barquito entre el espeso mar verde filiforme , una vibración. Hoy no serán susurros de hojas secas, de pisar papas fritas  ni nada de eso … el tiempo establece sus condiciones. Avanzó, adentrándose entre troncos torcidos, muy despacio. Gateó ensuciando el pantalón, esquivando ramas, humedeciendo las palmas blancas, con la oreja de radar. Hoy las hormigas no están, avanzó, las que de chico lo tranquilizaron, las que todo se llevan puesto, las que van siempre unidas, construyendo…

Hoy las hormigas no están.

domingo, 22 de abril de 2012

lunes, 16 de abril de 2012

Llanto

El llanto es milagroso
es reparador
un desborde necesario
innecesario
accidente y provocación
de un mundo diminuto
la explosión.
Lloré no ante tus ojos,
tantas y tantas veces.
Me vieron mis propios párpados ahogar
borrosos momentos.
Lloré sin que lo sepas.
Lloré frente a tu puerta.
Lloro cuando recuerdo ciertas cosas,
con el abrazo del amigo,
con la esena desbastadora,
en el poema,
en el sueño,
entre la arena salada y profunda
de la playa en mis días.
Llanto que hoy me eleva a un misterioso estado,
¿será la felicidad?
Agradezco con mi agua estos remansos.
No es a uno solo al que le estoy hablando.
Llorando.

Homenaje

viernes, 6 de abril de 2012

No hay nada más bello

Tu voz bajo el agua
tu andar de conejo
el pimentón
fingido desinterés

Tatará tatá, un cambio

Ensueño de viejo reconocimiento
tu desliz
serenidad al fin de la risa
y volver

Espacio pequeñito
que habitaste
dibujo de tus pies
quererte nostálgica

Ronroneos de birra
nombres de calles
precios
comparaciones

Nos concentramos
Nos...

Me entusiasmaste como un niño

De lo menos esperado,
no hay nada más bello

jueves, 22 de marzo de 2012

Otro escrito

Son dos momentos :
vos
y el anochecer.

Vos, revelando incansable mi sangre.
El anochecer, desintegrando conexiones.

Los dos de la mano. Casados y embarcados.

Lila lilaaa lila



Trrrrrrrratatà taratatà

miércoles, 14 de marzo de 2012

Yo soy de África, algún día habitaré esas tierras.


Mi nombre es África... Mi nombre es
África… la que en un tiempo al Edén
hizo enloquecer de celos y hoy me consumen los
cuatro jinetes lúgubres el hambre, la
guerra, la peste y las bestias que vomitan fuego.
Mi nombre es África… África en carne
viva África chador rasgado África
pervertida África reloj parado Mi nombre
es África. Mi nombre es África...
Mi nombre es África… Me miras y no me ves,
o acaso verme no quieres; o tal vez donde
estés no se escuchen las súplicas
de mis pobres hijos que, igual que los tuyos,
parieron mujeres Mi nombre es África…
África manos vacías África
ojos grandes África barriga hinchada
África piernas de alambre Mi nombre es
África. Mi nombre es África... Mi
nombre es África vagando en un mundo que ni
me suelta ni me toma; descargando en los muelles
sur del Támesis, vendimiando el Duero,
barriendo París, construyendo Roma. Mi
nombre es África… África pena que
canta África prisionera África que
se desangra y peregrina en patera. Mi nombre es
África… África muñeca rota
África clandestina África, a la que
le brotan flores de las espinas. Mi nombre es
Africa… África… África…                                      Joan Manuel Serrat.


Siempre lo supe. 

martes, 28 de febrero de 2012

Mi mal

Tu recuerdo lancinante en el meollo de mi vida.
El corazón, inservible, impertinente, objeto.
Punto de inflexión, texto vibrante y  vació vertical negro.
Como cuando te golpeas en sueños.
Como cuando el tiempo te deja hueco.
Entrando a la selva sobre la precaria posibilidad del querer,
con la nube de certezas amortiguadas
rodeando mi esqueleto…
Zumbido constante,
picadura molesta que consideré pasajera, frugal.
Convaleciente luego dije:
Este es mi juego, este es mi mal. 

Sucre 3 - Castillo de la Glorieta

"No se metan en ese armario porque suceden cosas extrañas." Dijo el guía mientras recorríamos una de las habitaciones del Castillo de la Glorieta. Y el tipo se quedaba mirando algún rincón, ensimismado, en el centro de atención de todo un grupo heterogéneo de curiosos turistas y no tan turistas que lo seguíamos. Nos contó que su familia estuvo ligada a los trabajadores que hace años vivieron allí, en lo que fue hogar de los "príncipes"  Francisco Argandoña Revilla y Clotilde Urioste de Argandoña. Quienes se ganaron aquel título a base del cumplimiento de numerosos requisitos y favores a la Iglesia. 
Este señor guía era tan intrigante como el lugar. Vestido con sus jeans y remera roja, más el distintivo colgando con la tarjetita de su nombre. Sacándole eso, la manera en la que se desplazaba y la emoción con la que relataba la función de cada objeto, la historia de cada rincón, moldura, detalle...me hicieron imaginar que él era dueño y señor de aquel castillo. Pintado de rosa-bordeau, con una mezcla arquitectónica tendiente a impresionar y abarcar estilos diversos. Sin querer fue un viaje en el tiempo, no se bien por cuánto ni por dónde ni a qué momentos exactamente pero se sintió no ser presente. 
"Como la señora no pudo tener hijos, jugaba con muñecas y en el jardín decidió hacer una casa de muñecas, dicen que estaba repleta y que pasaba horas allí" ... "Esto es lo que quedó de los saqueos que el pueblo de Sucre hizo al lugar en tiempos de desbandada"..."Se cuentan diversas historias de duendues aquí, sí. Pero hoy estamos abiertos al turismo y a ver si se hace algún proyecto en conjunto con la universidad, pasen y vean." Data de 1898. Pasen y vean : 













Los señores tenían un hogar de niños y de ancianos para poder ser príncipes...












Invernadero. 



Habitación matrimonial. (?)


Casa de muñecas. 

Al frente hay una base militar.